martes, 21 de abril de 2009

Mi regreso

"Juan regresara, probablemente con una camioneta del año o con otra mujer a su lado, prefiero eso a que me lo traigan dentro de una caja"
Decía mi madre. Desafotunadamente mi padre nos metió en aprietos cuando lo enviarion de vuelta. No teníamos dinero, lo enterramos en el panteón municipal. Como no había para pagar, lo desenterraron y sabe Dios donde fue a parar.
Tan bueno él. Nos dejo para irse al norte, allá donde todo es billetes verdes... por lo menos eso pensamos los de acá. Mi mamá no quiso verlo el día que se fue, lloró en silencio y con su mandil de cuadros se limpiaba los ojos a cada rato. También lloré, pero creí que pronto regresaría, y después me acostumbre.
Todos los días mi madre prendía una veladora y una vez al mes mi papá nos llamaba a la tienda del rancho. Ahí le hablan decía "el panque" mocoso de mi edad.
Mi mamá ya sabía que era su viejo, yo corría por delante de ella entre las calles empedradas. Escuchaba como le gritaban a mi mamá - Irala, ya le hablan para darle la clave - nos haciamos pendejas y seguíamos hasta la principal, yo era la primera en llegar, agarraba la bocina y decía: papá ¿cómo estás? alcanzaba a escuchar un "bien mija" antes de que mi mamá me arrebatara la bocina diciendo: " que no vez que te papá gasta". Mientras ella hablaba de no se que tantas cosas, si la gente, la casa, la vaca - yo miraba y soñaba con las calcetas rosas con olanes que estaban en el aparador. Me encantaban, mi mamá lo sabía pero se hacía. Rara vez escuché mi nombre en esas pláticas por telefóno. Pero no me angustiaba, pensaba que si lo mencionaban gastaban más y hablaban menos. Al terminar las llamadas yo siempre cuestionaba -¿Qué te dijo?. ¿Qué hay allá?, ¿Cuando viene?, ¿Qué apuntaste?. Siempre preguntaba lo mismo. Ni una pregunta respondía mi madre. Empezaba a llorar . que bueno que no hable con él, si no fuéramos un par de lloronas sin entierro. Conforme fui creciendo, yo inventaba las respuestas a mis preguntas. -Le dijo que estaba bien, que allá hay cosas bonitas, que pronto vendrá y mi mamá apuntaba la clave con la que cobraría dinero.
Dos días antes de cumplir 14 años, mi mamá se puso grave y por más que le di aguacon hierbas murió. Mi papá le mando dinero a mi tío Julián para que se hiciera cargo y tuviera un entierro digno. Tías y tíos me consintieron por unos días, después me dejaron, sólo me daban una parte de lo que mi papá mandaba y ya yo sabía lo que hacía o de que vivía.
Me gustaba irme a acostar hasta tarde entre los árboles escondidos. Cerraba los ojos, aveces lloraba. Tenía motivos para llorar. Mi madre muerte y mi padre lejos. Mis tíos siempre me daban mi parte. Ahí te va decía mi tío Julián y me daba $300.pesos.
Cuando cumplí 17 año, saqué la ropa de mi mamá de un cartón para tirarla. Al fondo, encontré un envoltorio con las calcetas de olanes que tanto me gustaban, ya no me quedaban.
Hubo unos días en que traté de conseguir el número de teléfono de mi papá, nadie lo tenía.
Una mañana me tocaron la lámina de la casa fuerte. ¡levántate Rosario!. Era la voz de mi tío, me tape con la cobija y quité los barrotes de la puerta.-¿Qué pasa? - tu papá -¿Mi papá que? Ya lo traen, ¿Ya lo trae quién?. Murió y lo traen de vuelta. Me la pasé llorando, esperando su regreso. Recordaba las palabras de mi mamá, lo bueno que no lo toco verlo, regreso en caja, acabado y sin nada. Ya no escuché su voz. Después de que hablo por última vez con mi mamá, el día que miraba las calcetas que tanto me gustaban, y la vi llorar.
Por eso estoy acá, para ver si la vida es fácil, como pensaba. Ya veo que no, me han regresado tres veces, no tengo nada más que hambre y esta ropa. Ya no quiero intentar cruzar otra vez porque la última me golpeé recio la rodilla y no quiero regresar guardada en una caja. Quiero regresar al rancho, a mi casa, a perderme entre los árboles, pero quiero regresar caminando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario