domingo, 7 de marzo de 2010

La montaña


Se me hizo larga la noche. Mis piernas hinchadas.
Sentía los cayos brotar de mis talones.

Veía a Rosaura, frente a mi ;
Así me dijo que se llamaba. Con su pelo largo recogido en una trenza que se
movía lentamente.

También iba viendo a los demás del grupo. Pero nadie
hablaba, todos guardamos saliva. íbamos asustados dejando huellas en la arena
del desierto, que más tarde el viento probablemente borraría.

El cansancio se veía en nuestros ojos, en el sudor. Yo sentía el cansancio
retorcerse en mi cuerpo.

(La montaña que ayer veía cerca, tal vez mañana la vea igual).
La segunda noche casi igual a la anterior. Fría. No traía más conmigo que un galón con poca agua. Nada de lo que traía tenía valor más que un anillo de oro, el recuerdo de mi comunión en el rancho. de mi infancia y de mis padres ya muertos.

Adentrada la noche alguién apareció en el camino. A todos nos robaron, a mi lo más preciado.

Las mujeres del grupo gritaron. Nosotros los hombres nos agachamos, alguién apuntaba con un arma.
Ví de reojo como otro hombre jalaba a Rosaura, ella iba llorando y no podía yo hacer algo.
(De madrugada) Se oía Rosaura llorando. Rosaura tiene como 20 años y está bonita. Las otras mujeres son mayores, mujeres que esperan volver a ver a
sus hijos en el otro lado.

Las lágrimas se me salieron cuando ví a Rosaura de nuevo saliendo de unos matorrales, desgreñada, la ropa jalada. No pude hacer nada, no pude hacer nada.

-Nunca había visto a un hombre llorar - dijo Rosaura recogiendo su pelo.
-Lloro porque no te pude ayudar, porque tengo una hermana casi de tu edad, y porque los hombres también lloramos.. Y también lloro porque al parecer nunca cruzaremos las montañas ...

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